martes, febrero 28, 2006

"Píldoras Sirimir, no quiero cricir"


Eso decía el conjuro que Pippi Calzaslargas pronunciaba junto con sus dos amigos, Tommy y Anika mientras solemnemente se tragaban sendos guisantes secos que hacían las veces de pildorillas mágicas. Recuerdo que yo hice lo mismo con una lenteja. Será por eso que no funcionó y aquí me veo, en pleno aniversario de mi llegada al planeta tierra. Anoche, al volver de madrugada, me aseguré de dejar todos los teléfonos de la casa, móviles o fijos bien lejos de mi habitación, para retrasar el momento hasta haber resucitado en condiciones. Pero me olvidé de uno, y mi mejor amigo, hombre de recursos infinitos, me ha llamado a la una y me he acordado: “Qué voz tienes, tía”. “Es que es mi cumpleaños”, “Ahh, comprendo…”. Cómo me conoce el jodío :P . Voy a ver si me recompongo y salgo a comer con mis padres y mi hija, ya que son los responsables de mi llegada a la tierra hace unos pocos añitos y la beneficiaria más directa y disfrutona de todas las maravillas que tiene este bendito lugar, que es mi dulce Almudenita. Soplaré unas cuantas velas, pensaré en ese deseo que nunca se cumple :P , y disfrutaré del pastel. Espero que este año sea de chocolate!

martes, febrero 21, 2006

When you're down


Ay mare qué día llevo.
Y qué día pasé ayer. He vuelto de mi fin de semana con un catarrazo de primera división, con su tos profunda, su malestar general, sus dolores musculares, y su camisita y su canesú…
Como soy madre responsable, he tenido que levantarme de la cama para atender a mi niñita y recogerla del cole, porque afortunadamente, hoy le tocaba llevar a los niños al colegio a otra de las mamás que estamos organizadas para hacer turnos de traslado de niños.
Al salir hemos pasado por el super a hacer la compra y a la farmacia para aprovisionarnos de naranjas, limones , fresas y vitamina c en estado puro y duro. Y cómo no, una caja de frenadol y caramelos para la tos, de esos que huelen a supositorio, argh!.
Al volver a casa, en el portal, cargadas con siete bolsas más la mochila de Almu del cole, salía uno de mis vecinos y me dice: ¡Espera te ayudo!. Gracias, me viene fenomenal, le contesto, y el tipo en lugar de coger unas cuantas bolsas para llevármelas hasta el ascensor, se ha quedado SUJETANDO LA PUERTA, para que lo hiciera yo. Qué gentil, qué caballero se ha sentido el hombre. Es que donde se ponga un caballero, que se quite un caballo….. En fin, que ya estoy en casa, ahora sólo me queda esperar a que me hagan efecto los zumos de naranja y limón, el caldo de pollo y el frenadol. Pero lo que de verdad me ha empezado a hacer efecto es la canción que he escuchado por la radio: You've Got A Friend, de Carole King. Me ha venido como anillo al dedo. Ahora voy a buscar por ahí a ver si encuentro a ese friend disponible.., que la amistad se cotiza muy alto. Por las nubes que está, oiga!

lunes, febrero 13, 2006

Amor por decreto.


Como cada año desde hace muchos, me dispongo a pasar el 14 de febrero lo más recluida posible en el reducto de paz y confort que es mi hogar.
Es un día que por tradición se llena durante el día de hombres portando ramos de flores y cajas de bombones en forma de corazón y globitos con la misma forma y por supuesto de un brillante color rojo pasión, a poder ser, con cintas de purpurina, pues hecho el gasto, se exige que sean llamativos y no pase desapercibido que se han acordado del día del amor por decreto. La radio anuncia "cenas de Los enamorados", con orquesta y sorteo de regalos a 80 euros el cubierto, donde cualquier pareja podrá disfrutar de la vista y goce de otras muchas como ellas que se dispondrán por los salones de la ciudad bailando la conga, y en "lo lento" los boleros de armando manzanero, tan socorridos ellos. Esta es la fiesta más cómoda del año para el enamorado olvidadizo, pues la radio con sus anuncios de fiestas y ágapes, la televisión con las películas de Conchita Velasco y las pastelerías y floristerías con sus escaparates llenos de corazones rojos, se ocupan de recordarles lo que en tantas otras fechas olvidan: que tienen pareja y hay que "cumplir" con ella. Lo cual hace sospechar bastante del verdadero interés que la persona amada les despierta el resto del año, que es lo que realmente importa, a mi entender.
Cualquiera que lea esto podrá pensar: "Claro, habla así porque como no tiene pareja". Pues no, la he tenido bastantes veces, aunque ahora que lo pienso, sólo recuerdo un par de celebraciones por san Valentín, que no me gustaron, pues fueron fiestas en las que coincidíamos con parejas que durante el resto del tiempo estaban a la greña contínuamente. No soporto el amor por decreto, ni la fraternidad por decreto de la navidad, ni el despiporre por decreto de la nochevieja.
Un detallito el día de San Valentín? . Pues tiene su gracia, si se trata de algo original y realmente valioso para los enamorados, como por ejemplo, levantarse una hora antes y prepararle un desayuno maravilloso al ser amado, o no dejarle mover un dedo en la casa ese día.., o quien sabe, tal vez a la pareja lo que le guste es el dinero y las cenas con "conga". Pero si ese detalle o deferencia sólo tiene lugar el decretado dia 14 de febrero, uyyy, yo sospecharía bastante sobre la veracidad y profundidad de ese amor. Yo soy de los que opinan que el amor verdadero ni se compra ni se vende, se gana a pulso, se riega y crece cada día, y tiene sus altibajos, y se superan con respeto, cariño , paciencia... Si alguien está dispuesto a poner su amor a disposición de la sección de regalos del corte inglés, adelante!
Pero nada hay como estar enamorado de verdad, y que cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar te digan: "Niña que te quiero tanto que me voy a poner malo; que desde que te conozco me brilla el pelo, los ojos y se me ha olvidado cómo distinguir al enemigo ". Así, sin flores en la mano, sin bombones en una caja, sin anillos con fechas por dentro, es decir, "a pelo", sin dramas, con sonrisas, a pecho descubierto.

miércoles, febrero 08, 2006

El Celo.


Mi gata, Celeste, está pasando su enésimo celo. Celeste llegó al planeta tierra hace un año y medio, que fué cuando salió del armario: del de mi padre para más señas. Su madre, Duquesa, la gata de mis padres, parió dentro de ese armario, sobre unos pantalones de YSL, de mi querido progenitor. Allí nacieron dos gatitos: Celeste y Todd. Todd se quedó a vivir allí, ( en casa de mis padres), y la gata se vino a casa con un par de meses de vida. Aprendió muy rápido a adaptarse a su nueva casa, a su nueva vida. La que tardó más en comprender que era una mascota y no un juguete, fué Almudenita. De hecho , creo que aún no lo comprende muy bien, o mejor dicho, no lo quiere comprender :) . Con bastante frecuencia, Celeste acude desesperada a mi regazo, suplicando asilo político. Inmediatamente detrás de ella, veo pasar a Almu corriendo en la misma dirección con un sombrero de muñeco para ponérselo o un antifaz de fabricación casera, o con el spray de la colonia y un cepillo del pelo...
De todos modos, Celeste es feliz, Almu es feliz y yo soy feliz, todos felices como perdices. Pero nuestra paz se altera cuando llega:
!El celo!!.
Horreur. Celeste está pasando el celo. "Tiene la regla" , dice Almu, porque yo, cuando me preguntó, le dije que se ponía malita y se sentía rara como cuando las mujeres tienen la regla, y por eso maullaba lastimosamente por los pasillos . Lo que no pude explicarle es por qué se meó en la funda de una de mis guitarras, o en la mesa de su ordenador, (el de Almudena), o encima de mi bolso cuando lo dejé en la mesa de la entrada..
Arggggg estas cosas me tienen harta, hartitaaaaaa. Ayer llamé al veterinario para ver si por fin podría operarla para castrarla. Reproduzco la conversación que tuvimos, con´más o menos exactitud :
Yo): Hola, es la clínica veterinaria?.
él): Sí , aquí es , dígame..
yo): Mire es que tengo una gata de año y medio y quiero operarla para castrarla porque nos vuelve bastante locos con el celo, se hace pis por todos lados, maulla..
él): Sí, traígamela y la operamos, le doy cita, a ver, ¿cuando tuvo su último celo?
yo): Pues acaba de empezar, lleva unos dos días..
él): !Ahh, pues entonces hay que esperar a que se le pase para operarla!
yo): Uf, vaya, y eso cuando será?
él): Pues puede tardar dos o tres semanas...
yo): Uyy, y no puedo hacer nada para calmarle los síntomas hasta entonces, es que verá, este fin de semana tengo invitados y no quiero que se sientan incómodos con la gata así..
él): Pues mire, es que los fármacos que pudíeramos darle soy muy nocivos, yo ni los tengo, porque le pueden provocar cáncer..
yo): Ahhh pues no, no, no se los doy, pero ¿No existe algún remedio, casero?, yo que sé , darle una tila o algo... Es que ya le digo que con invitados en casa es un engorro..
él): Bueno , claro que existe un remedio muy bueno: La Masturbación.
yo): Uy, bueno verá, la verdad es que me gusta ser buena anfitriona y hacerles sentir a mis invitados en la gloria, pero lo de masturbarlos me parece exagerado!
él): Nooo!, hablo de la gata!
yo,(flipando ya): ¿Pero sabrá masturbarse la gata?
él): No, tendría que masturbarla usted!
yo): Yooooo?, que horror, eso me parece aún peor que hacérselo a los invitados!!!
él): Comprendo que le "choque" el sistema que le propongo , pero es uqe así le "provocaríamos" una ovulación artificialmente y se le cortaría el celo.., (Y sigue hablando el colega): "Verá, usted la coge y ...
yo): !NOOO, no me lo explique, que no pienso aprender!
él): !Pero si es muy fácil!!
yo, (pensándo que a este tio le faltan un par de tornillos): Que no!, que no me lo explique por favor, que no pienso hacerlo!, ya esperaré al mes que viene para operarla!. Si le hago eso a la gata, ya no se separará de mi!!
él) riéndose el tio encima): Ja , ja, no se preocupe, si la opera ya no tendrá más el celo!.
yo): Pues eso haré, la operaré, y estos días me aguantaré como pueda , ya le llamaré el mes que viene... (el mes que viene llamaré a otro veterinario que no esté tan pirado para que la opere).
él): Muy bien , pero llámeme unos días antes, para darle cita..
yo): Si , si, ya le llamaré.....
(y un cuerno, que le llame su tía cuando tenga el celo!!)

viernes, febrero 03, 2006

Crónica de una puta cita.


Como dijo el poeta: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche...”.
Pero es que verás, es que no me da la gana, oye. Estoy mejor por hacer un análisis presuntamente objetivo del asunto a ver qué pasa.

Ocho treinta de la tarde: No suelo vestir completamente de negro antes de la puesta de sol, exceptuando ciertas ocasiones como los funerales, que no era el caso, pero a este muchacho, le gustaba el negro, y una, quiso sorprender agradablemente, así que después de probarse dos blusitas, descarté la blanca y opté por la negra con escotazo.
Me presento como soy, natural, sonriente, alegre, y claro, recién arregladita, sutilmente perfumada, pelo suelto..., en el espejo del ascensor, estaba mona. Mi impresión del muchacho fue la esperada, pues mis expectativas sobre su aspecto físico no eran muy distintas a las que encontré, no me importaba eso, sólo su pulcritud, su olor. Para eso, soy puntillosa. Me gustó su sonrisa; su comentario sobre mi aspecto? Algo desconcertante: “Vaya, aquí no nos arreglamos tanto”. “Vaya zapatitos que te has puesto, ( mis sandalias negras de tacón, tan bonitas, tan modernas , ains), “ Son como para correr”, dijo, “Uy , no creas, son estupendas para el campo a través, además el tacón fino es un buen arma de defensa, un buen taconazo en la frente y ahuyentas a los posibles violadores pero ya”. En fin, el chico, empezó prontísimo con los cumplidos. Aún así mi férreo optimismo seguía indemne. Tal vez debí haber pedido consejo a alguien sobre cómo tener una cita. Al parecer ser una misma no funciona fuera de casa.

Fuimos a cenar. Me gustó la cena, me divertí. Pensaba que él también. Yo charlaba, preguntaba, contaba cosas. El charlaba, contaba,. Yo contaba más cosas. Pero yo ya era así antes de la cita y él lo sabía. Habíamos hablado muchas veces. Me sentía a gusto. Pero es porque yo me siento a gusto donde estoy, o sencillamente dejo de estar allí. Fuimos a un garito de copas, tranquilote. Sobre la mesa había una vela que él encendió. Era blanca. Me recordó la luz de los cuadros de Vermeer y se lo comenté. Le hablé de esa luz. Fue en ese momento cuando empecé a notar que yo progresivamente le estaba disgustando. Era como si mi hada madrina estuviera apagando luces por ahí para acostarse, la muy mamona. Yo no oigo bien, no es nada considerable, pero cuando hay ruido de fondo necesito acercarme un poco a la voz, o que la voz se acerque a mí, según se mire. Notaba que en el “close up”, el acercamiento, era como si a cada centímetro que yo me acercara a él, él se echara otro centímetro hacia atrás. Fue un acto psicológico que se fue repitiendo a lo largo de la velada., Hasta que se convirtió en hiriente horas más tarde. Pero ya llegaremos a eso. Quien haya hablado alguna vez con alguien dotado de halitosis sabrá de qué hablo. Sin darte cuenta te echas hacia atrás. En una de mis visitas al lavabo, revisé mi aliento con preocupación. Lo cuido mucho por si acaso, pero estaba fresco. No era eso, no había duda. Respiré hondo, encendí dos velas negras a mi hada madrina, y volví a la mesa.
Seguimos charlando, con complicidad. El me contaba muchas cosas, muchas, de su vida, su trabajo. Yo las seguía con mucho interés. En realidad habíamos hablado esquemáticamente de ellas con anterioridad, por teléfono, por chat, pero naturalmente era tan distinto...

Llegó el momento de ir a su estudio a ver sus fotografías. A mí me hacía mucha ilusión verlas. Realmente era eso lo que yo esperaba. No me sentía físicamente más cerca de este muchacho. Y charlábamos sin parar. Me gustó todo. Tantas fotos. Y tantas fotos de chicas preciosas!. Y tan jóvenes. ¡Vaya!. Yo le decía constantemente lo que me gustaba lo que veía, lo que me parecía esto o aquello, me mostró fotos de todo tipo. Lo pasé en grande. Escuchamos mucha música. Pero algo iba fallando... El close up. Mi silla tenía ruedas. Se deslizaba hacia él con mis movimientos, porque yo tenía los pies en alto, y él, iba como sutilmente retirándose centímetro a centímetro. Como evitándome. No era algo descaradamente evidente, pero lo suficiente para mí. Yo recordaba tantas cosas que me había dicho anteriormente y no podía decirle allí , que tenía que callarme. Hablábamos en una confianza absoluta de muchas cosas, sin embargo, no podía recordarle palabras que me había dicho como: “Cuando nos veamos, nos vamos a hacer una sesión de fotos”, o “Como me hables así cuando nos veamos”, pues nos estábamos viendo y él estaba cada vez más lejos, marcando una distancia psicológica de cientos de metros. Una que no es tonta y de pequeñita estaba en el club de ajedrez del cole, captaba perfectamente montones de cosas que se agolpaban a las puertas de su autoestima, donde Peter Pan, me estaba dando un portazo en plenas narices que me estaba dejando K.O.
Hablábamos de cosas tristes y yo no pude evitar llorar. Me disculpé sacando un pañuelo. “¿Estás deprimida, verdad?”, me dijo. “Si, bueno, somatizo una serie de sucesos tristes que me han pasado” . Pues no. Mentí como un letrado. Esos sucesos tristes han pasado , claro. Pero forman parte de mi acervo, están superados o superándose. Vivo con ellos , como todos los seres humanos vivimos con nuestro día a día. Aquellas lágrimas las provocaba el rechazo al que me sentía sometida. Al conocimiento del negativo juicio de sus ojos. Me sentía tan ... poco atractiva. En una de mis visitas al baño, me miré al espejo para recomponerme la cara tras los lagrimones. ¿Por qué lloras idiota?. Mis facciones me parecieron duras. Mi sonrisa arcaica. Mi mirada triste. Salí de allí.

Fuimos a sentarnos a un sofá. Le toqué. La mano. Le dije que había notado que evitaba acercarse a mi, que yo me acercara. Le sonreía tristemente. Le dije que no quería nada de él. Que no había llegado a su vida a llevarme nada suyo. Voy a darte un beso, le dije. Asintió con la cabeza. Le besé tres veces. En ambas mejillas primero, y para terminar en los labios, prácticamente inmóviles; aún así los besé con dulzura, mientras sujetaba su nuca. El no me tocó. Tampoco se retiró. Al hacerlo yo, dijo:” ha sido un beso, pero largo. Es tarde, voy a llevarte , he de trabajar mañana”.

En aquel momento, no quise pensar , sonreí , dije ,” Si si, es tardísimo, mañana salgo de viaje a las doce. El sábado ya te llamo cuando regrese , vale?” . “Si. Ya hablamos el sábado”. Charlamos normalmente sobre otras cosas por el camino. Al bajar del coche, le di un beso en el morrete, corto, muy corto, un muak. “Gracias por tu cuadro” Me regaló un cuadro rarísimo suyo, una foto, porque yo le había regalado unos cds y quiso corresponder.

El sábado a la Una y media le llamé por primera vez. No contestó. Dejó sonar el tfno. Así durante cuatro o cinco llamadas más a lo largo del día. A las seis, directamente apagó el tfno. Yo estaba con amigos. Me sentía bien. Estaba en una reunión entre gente de “primera división”, personas clase A, que nada más verme llegar el viernes por la mañana me apretujaron a abrazos, me llamaron guapa, me besaron la carita ruidosamente.... Cuando le llamé la primera vez, fue con la intención de invitarle a venir con nosotros, me apetecía darle a conocer mi ambiente, algo nuevo, y que viera las imágenes que yo estaba viendo; el lugar donde yo estaba, era bellísimo. La luz era maravillosa, el decorado de la ciudad , de ambiente medieval, los jardines preciosos, las personas sanas, de buen talante, con muchas ganas de divertirse a todas horas sin molestar a nadie. Música en las calles, malabaristas callejeros, músicos...

La última vez que le llamé sin respuesta, recordé una pregunta que me hizo varias veces ¿Qué has visto en mí?. Esta vez era yo quien hacía la pregunta en mi mente.

Recuerdo que cuando entré de regreso de la cita en mi hotel , eran las seis y media de la mañana . Le pedí al recepcionista que me despertara a las once. El chico tendría unos treinta años. Estuve a punto de preguntarle. ¿Tu crees que soy bonita?. Porque salí de aquel estudio sintiéndome la heredera directa del dignísimo John merrick.

miércoles, febrero 01, 2006

DIETA


Llevo diez días a dieta y he perdido exactamente DIEZ DIAS.
Estoy hasta el moño de comer ensaladas, me siento como una mula comiendo alfalfa en un pesebre. Mi alegría de vivir, mi sentido del humor y mi creatividad necesitan urgentemente hidratos de carbono.
No penseis que es una dieta pillada al azar de una revista, no. Yo he ido a la consulta de un dietista. Me ha pesado, me ha medido, me ha dicho que retengo líquidos, me ha vendido unos copos de fibra para que los mezcle con el yogur y unas ampollas de jugo de aloe vera para que las disuelva en los dos litros de agua que he de beber a diario, aparte de los cafés, infusiones y zumos. Mi piel está preciosa, hidratada, jóven, y mi culo sigue igual de gordo. Voy al cuarto de baño con la misma regularidad que antes, con la particularidad de que mis pises duran más que la peli de ben-hur. Mis riñones deben estar sanísimos. Mi hígado descansado, la piel, ya digo, preciosa, el pelo brillante, pero el culo sigue igual de gordo. La báscula apenas se mueve. Por unos temitas relacionados con un problema de vértebras, (dos hernias para ser exactos), no puedo irme a un gimnasio a dar saltos. Y es que dos por dos sólo pueden ser cuatro: Si no hago más ejercicio del habitual, ya puedo vivir a pan y agua, que no perderé un gramo. En fin, que se puede vivir asi, claro que sí, pero qué duro y asqueroso se hace: Sin una copita de vino tinto con la carne, sin tres naranjas en lugar de una, sin pan tostao con aseite, sin un dulcecito, una triste galleta maría, una magdalena.. Unos spaguetti, una paellita, un simple bocata de mortadela... ains qué penita mare. ¿Donde porras está mi hada madrina?. Entre estoy y lo de mandarme a los novios de otras tias, me tiene contenta. Pa mí que esta tía va de tripis, estoy convencida...